A la tarde temprano, recibiste la llamada de Tomaz, que te indicó que podías ir para la casa a la hora que quisieras. Estabas tan cansada que le dijiste que preferías ir cuanto antes. Sobre las cuatro de la tarde, emprendiste el recorrido hacia su casa sin mayores problemas. Una vez en la esquina en que te indicó que vivía, lo llamaste y vino a recogerte allí.
Habías encontrado la oportunidad de parar en casa de alguien en Praga gratis mediante couchsurfing y una respuesta positiva de las siete u ocho solicitudes que enviaste. Tomaz nunca te había dado la dirección, si no que la persona te fue enviando una serie de pistas para decirte que sí podía albergarte y que te iba a mantener al tanto de cómo encontrarse. No tuviste ninguna sospecha, ni intentaste averiguar nada porque tampoco tuviste tiempo de escribirle, te respondió que sí el día antes de emprender el viaje en tren hasta allí. Tomaz te había dicho que, "he was looking forward to meet you".
Una vez os hubísteis encontrado en la esquina y presentado debidamente, se dirigísteis al edificio a pocos pasos de allí. Subísteis en un ascensor pequeño y llegásteis a la casa. En donde no te mostró el apartamento, si no que se dirigió directamente a la cocina, abrió la nevera y te ofreció algo para beber. Luego que dijeras que agua estaba bien, empezó a enumerar cada uno de los sabores de los zumos de fruta que tenía: Mango, Melocotón, Arándanos, Frutas Tropicales, Naranja, Kiwi. Era como un puesto de zumos en su nevera, pero de tetra brick. Así como de reojo, pudiste ver que no había comida allí, solo los zumos llenaban la nevera. Aceptaste a un zumo de naranja, ya que la petición de tener un vaso de agua había pasado desapercibida.
Te sentías sucia después de tanto viaje, siete horas de tren, sin haber dormido lo suficiente, fumando en cada ocasión posible, más las horas de caminata por la ciudad.
Luego de tener la primera conversación en la que ya algunas cosas te parecieron "raras" de oir, le dijiste que querías tomar una ducha. Te enseñó el baño y te dijo que si te podía proveer con algo más. Le dijiste que estabas bien y ni bien cerrar la puerta, golpeó para darte el dato de que podías tomar un baño de immersión, ya que no había contador de agua. Te bañaste contenta de lavar un poco de cansancio del cuerpo. El baño estaba limpio, aunque fuera antiguo. La bañera era de porcelana blanca un poco gastada en algunas partes en que se dejaba ver una sombra negra. El lavamanos era también blanco con ribetes y mangos de metal redondeado. Había muchos productos de limpieza pero no pasaste la mirada muy detenidamente en nada. Saliste para poder charlar un rato más, para poder irte a dar una vuelta sin maletas por la bella Praha.
Seguísteis hablando un poco, cuando notaste que en la pared se encontraban fotos de alguien haciendo paracaidismo. Te contó que era él, que se había tirado más de mil veces, durante el tiempo que había servido en el ejército.
Cuando le djiste que querías invitarlo a cenar a algún lado, te dijo que "no era esa clase de persona" y que de ir a cenar fuera, el único lugar donde solía ir era el kebab o el KFC de la esquina. Le dijiste que te sabía mal no haber traído nada de regalo, que lo mínimo era invitarle a comer y de paso compartir con alguien de Praga una noche fuera. Pero era abstemio, por lo que dijo que, si querías, podían ver una peli en su casa como plan conjunto. Le dijiste que una vez de vuelta en casa, seguramente dormirías porque estabas agotada de haber dormido muy poco.
Estabas en el pasillo esperando para salir, reorganizando las frases que acababas de escuchar; tales como: "la salud debería ser paga porque ahora los viejos se abusan de eso y van todo el tiempo al médico porque se aburren", o, "la educación también debería ser paga para que la gente que no sirve ni siquiera se presente a la facultad"...etc. Pensaste que quizá eran opiniones distintas y no quisiste ahondar en el tema. Una de las razones, era que querías poder pasear un poco y el ya te había dicho que no saldría de casa; la otra era que Tomaz hablaba bien inglés pero se tomaba su tiempo en formular la frase, al igual que vos; y además hubieran estado horas hablando sobre cosas como política y el ejército. La posibilidad de ver Praga de noche otra vez te tentaba un poco más que quedarse en casa. Estando en el pasillo, viste que había varias fotos de caída libre y parapente; cuando le preguntaste si se había tirado alguna vez, te djo que unas 1200 ¡! y cuando lo miraste dentro de la habitación con asombro, estaba cambiándose los pantalones enfrente tuyo y se quedó en calzones. Giraste la mirada y volvió a mencionar que podían ver una película esa noche, o Star Trek, o alguna "girlie movie" lo cual te chocó un poco, porque pensaste que quería decir porno y luego entendiste que se trataba de películas para chicas, tipo románticas o así. Volviste a mencionar que estabas cansada y que te daba igual ver una peli, que preferirías dormir.
Entonces, cuando iban saliendo, empezaron a hablar sobre la adicción al tabaco. Te preguntó si beber y fumar eran tus únicos vicios. Obviamente, decir que el sexo también, hubiera sido tomado como invitación, así que respondiste que sí, que era lo único. Había algo en esta experiencia couchsurfil que te daba la impresión de que él se estaba tomando esta estadía como algo un poco demasiado personal. Lo normal era que fuera estrictamente profesional la relación host/couchsurfer, como las veces que tenías vos gente en casa. Ya te había mencionado también que no era un ser social, que raramente salía de casa. Pero tampoco le hiciste demasiado caso, pensaste que "bueno, será su manera de ser" y que era un buen comienzo empezar a alojar gente de alrededor del mundo para conocer nuevas maneras de vida.
Nunca hablaron sobre dónde dormirías. Te saludó diciendo que esperaba que pudieras disfrutar de tu paseo sin tener que recurrir a tus vicios. Ese comentario era un tanto invasivo, lo tomaste mal. Encendiste un cigarrillo ni bien girar la esquina.
Montada en el metro, terminaste de sacar las fotos de las estaciones de Praga. Luego, caminaste largas horas sin rumbo fijo. Paseaste cerca del Museo Nacional que tanto te había impresionado la primera vez; luego hacia el Teatro Nacional de Praga que recordabas tan vívidamente con su cúpula dorada, llegando al Voltava y la postal nocturna con el puente de Carlos de frente y el palacio iluminado en la colina. Era muy bonito todo, pero tu cuerpo en un momento no pudo más, te sentaste a tomar una cerveza, para luego volver a la casa de Tomaz.
Ni bien entrar, la única habitación que compartirían, estaba completamente iluminada con neón violeta, así que todo resaltaba con luminosidad un tanto tétrica, los blancos púrpuras fugaces y los fluorescentes brillando. Parecía una sala de experimentos o algo así, él en su ordenador con la piel violeta y los viejos transistores encima de la mesa teñidos de ese color también. Las gafas bloqueando con el reflejo blanco, los ojos de ido detrás.
El aspecto de Tomas en la superfcie era normal, pero luego de oírle hablar y reaccionar, te daba la impresión que había algo que no cuajaba del todo. Ejemplo: tenía los dientes del mismo tamaño que los espacios entre ellos, manchados con un reborde marrón carie y esas gafas que le daban cierto aspecto de científico loco. Detrás de su cabeza un póster colgando anunciaba "Genius doesn't come from magic, but from knowledge and self challenge" al tiempo que mostraba una lámpara estallando a pedazos.
De frente suyo, en una estantería, encontraste en la pared, un corazón de chocolate colgando que decía "Ich liebe dich" en colores de mazapán y pensaste que podía provenir de las épocas en que te contó que había estudiado en un pueblo perdido de alemania. Era tan hiper quiche que girabas a menudo la vista para pensar qué haría eso ahí ahora. Al verte con la mirada fija hacia el corazón, te mencionó que no tenía novia pero de una manera especial al estilo: "tranquila, estoy libre", que te estremeció un poco.
Hablasteis un poco sobre su trabajo, sus hobbies e intereses, para enterarte de que hacía soporte telefónico a partes de coches o algo así y que su hobby era hacer radio amateur. Se pasaba horas escuchando emisiones de los submarinos aparcados en el mar del norte, o enviando ondas radiales a la luna, para escuchar el sonido que hacían al rebotar en ella. En la habitación ya habías notado varios instrumentos, pero pensaste que se trataba de un analista, un reparador de ordenadores...nunca te hubieras imaginado que servía para eso.
Te preguntó si querías beber algo, por lo que fuisteis a la cocina. Esta vez te sirvió agua. También te sentiste obligada en el ascensor a decirle que habías cedido a tus vicios, porque el ascensor en que habían subido era estrecho y el aliento a alcohol y cigarros de hacía apenas 15 minutos, seguramente era evidente. Doblaste la muñeca, refunfuñando al tener que confesarle esto a un extraño.
Entonces ya un poco más asustada, bajo las luces de neón y la mirada de él que te recorría de arriba a abajo, le preguntaste dónde podías dormir. Si tenía algún colchón extra. Te dijo como quien no quiere la cosa, que la cama era probablemente la mejor opción porque "íbais a ver una peli y que no teníais que hacer nada que tu no quisieras". Te quedaste flipando un poco, pero pensaste que era una forma de decir en checo traducida al inglés, algo perdido entre tanta traducción. Le dijiste que entonces perfecto, que tenías tal cansancio que preferías una cama aún siendo compartida. Te acostaste en la cama porque tu cuerpo ya se caía solo y te dijo que tenía la lista preparada de las películas para chicas que podían ver. Le dijiste que no tenías preferencia, porque seguramente dormirías y no llegarías a ver el final, así que era mejor que eligiera él. Te dijo que si fuera por él, él vería Star Trek y le djiste que estaba bien, ¡que te daba igual! Pero siguió insistiendo en ver una peli de chicas. Eran todas pelis románticas o con escenas sexuales, así que te decidiste por "El diablo se viste de Prada" que parecía la menos sexual, no la habías visto y la empezaron a ver en la pantalla gigante que tenía para el proyector.
Desde la silla del ordenador, te seguía recorriendo el cuerpo con la mirada en silencio, al tiempo que ponía la película en marcha.
Cuando esta comenzó, el se acostó en la cama al lado tuyo y su brazo rozó el tuyo. Lo quitaste en seguida para que no hubiera el menor contacto y rogaste quedarte dormida cuanto antes. Encima, la película empezaba con chicas en bikinis, maquillándose para ir a trabajar en corsets negros. Típico de las pelis, irreal, nadie tiene ese tipo de ropa interior. La mayoría de nosotras usamos cosas de algodón desgastadas para ir a trabajar. O sería cosa de las neoyorkinas? Nah, nadie se pone eso para trabajar a las ocho de la mañana.
Entre la trama romántica de la película y el stress de que el chaval se te tirara encima, la viste enterita, se te pasó el sueño completamente.
Ante sus preguntas, tuviste que explicar que no usabas maquillaje, que te parecía tonto producirse y que la competitividad estaba bien hasta cierto punto.
En un momento, se levantó a la cocina como sobresaltado y volvió con chocolates en una bandeja, que te ofreció. Aceptaste por no discutir porque querías nada en realidad. Te daba la impresión de que si decías que no, te hubiera insistido y te estabas perdiendo la trama que se había puesto dentro de su mediocridad, bastante interesante.
Ni bien morder el chocolate entraste en pánico porque volvió de la cocina comiendo otra cosa y te entró la duda de si era posible que hubiera puesto alguna sustancia en el chocolate. Una escena muy de "Happiness" que no te hubiera gustado repetir. Mordiste un pedacito y lo dejaste, ante la duda, en el plato que había en el otro escritorio de tu lado de la cama. Durante todo el film, de repente daba respingos en la cama y te daba la impresión que se acercaba cada vez más hacia tu lado. Como para completar el cuadro de maniático, se reía de las bromas con cierta exageración y casi una décima de segundo antes de que la misma acabara. Dedujiste que él sí la había visto a esta joya Permaneciste todo el tiempo con el brazo sobre la cabeza para que no hubiera manera de que él pensara que deseabas algún tipo de contacto, lo cual aumentaba tu incomodidad y estrés.
Cuando terminó su yogur o lo que fuera, que se comía con desesperación, en vez de dejarlo de su lado de la cama, cruzó su brazo por encima de tu cuerpo y te endureciste un poco más aún. Te veías intentando luchar contra una persona bastante más corpulenta que vos, medía un metro ochenta al menos y era ancho de hombros.
En la trama de la película, el personaje en un momento hace un juego de palabras diciendo "boyfriend" y pensaste que podría ser buena idea decirle al final de la película que tenías novio y estabas más cómoda durmiendo en el suelo, como para suavizar el haber cambiado de opinión.
Te cogió picor en un pie y al moverlo, te preguntó si todo estaba bien. Le dijiste que sí, que sólo tenías picor en un pie y te respondió que si querías un masaje de pies. Ahí ya fue el colmo, le respondiste que por supuesto que no querías, seguiste viendo la peli y pensando que coño estabas haciendo en un apartamento de un ex militar en un barrio normal del norte de Praga. Suerte que era más o menos céntrico, te imaginas si no?
Pues, la película terminó e hiciste algún comentario sobre la misma. Le dijiste inmediatamente que querías dormir en el suelo y te respondió: "porqué? no soy un buen compañero?" ahí ya cogiste un tono seco como para acabar con el cuento y le dijiste que no, que tenías novio. Te dijo que si era tu novio o le novio, intentando emular la ridícula frase de la película. Y contestaste que estabas más cómoda en el suelo, a lo cual te dijo que era imposible que el suelo fuera más cómodo, pero que tu misma: "you called the shots", te dijo; "Pues entonces si soy yo quien decide", le dijiste, "quiero dormir en el suelo". Respondió él haciendose el duro, que tú misma y "you call the shots". Es increíblemente insoportable ver la enfermedad mental de la gente a veces. Muy frustrante. En ningún momento te intentó explicar dónde estaba el famoso colchón que anunciaba en su perfil de couch surfing. Le tuviste que preguntar si estaba debajo de la cama.
Al intentar recuperar el supuesto colchón de debajo de la cama, era simplemente una colcha, pero ya te daba igual! lo único que querías era dormir y que llegara mañana para no ver a ese personaje siniestro nunca más!
Te acostaste en el suelo y dijiste buenas noches a lo cual respondió sin más. Las luces permanecieron encendidas, con todo su fulgor utravioleta, como las que hay en los pasillos de discoteca, cutrísimo. Intentaste dormir, pensando en todo lo que había pasado hasta que explotaste de la duda de si había el menor peligro y te pareció que lo mejor era hablar del tema claramente. Le dijiste que no entendías a qué venían esos comentarios y que no había ningún "shot que llamar" que no había decisión ninguna de tomar, a lo que te ponía cara de no entender de qué estabas hablando y te dijo que no había problema. Le dijiste que entonces bien y te volviste a acostar, pensando en la mala suerte de haber caído ahí, a la merced de este enfermo.
Volviste a intentar dormir mientras él tecleaba en su ordenador y masticaba algo crujiente que se escuchaba claramente. Entremedio de los crujidos que salían de su boca, las teclas que bajaban lentas, como si escribiera una palabra diciendo nada. Cada tres o cuatro minutos, ahogaba una pequeña risa y tu paciencia se acababa. Al mismo tiempo, empezabas a imaginar todo tipo de cosas, y a darte cuenta de a poco que había mencionado que su nombre no estaba en el timbre de la puerta, que nunca te había dado su dirección exacta y nadie sabía que estabas allí y que, como ese tío se te tirara encima, la posibilidad de ganarle una pelea era bastante baja. Además a todo esto, seguía pasando por encima de tus piernas para ir a la cocina y luego al baño. Tu paciencia y tus nervios empezaban a quebrarse. Cada vez más te sentías en peligro y dudabas de si podrías dormir tranquila luego de todo eso, mientras las luces violetas como las que usaba el carnicero de la esquina, seguían encendidas a la una de la mañana. Habías salido de casa esa misma mañana a las cinco para tomar el tren, el agotamiento ya era extremo. Tus paranoias cada vez más en aumento te impedían dormir y pensabas que en cualquier momento volvía el tío de la cocina con un cuchillo a amenazarte.
De repente, se escucha que va al baño y ni un solo ruido. Como si no estuviera haciendo nada ahí dentro. Obviamente tu paranoia te devolvió una imagen de él sentado en el vater masturbándose de manera histérica. Hasta que se abrió la puerta y entró otra vez a la habitación.
Volvió al ordenador a masticar yo que se qué era esa cosa crujiente y a emitir risitas. Ahora tus ojos estaban abiertos de par en par, esperando que quizá se fuera a dormir pronto. De repente se volvió a levantar, para esta vez ir al baño a lavarse los dientes. Ya pensabas que quizás era mejor irte de ahí y recordabas el hotel que viste al llegar de vuelta a su casa esta noche en la esquina, tal vez no fuera tan caro. El cansancio era tan grande que no dormir te torturaba.
Luego de cinco minutos de reloj escuchándolo lavarse los dientes a boca cerrada, volvió a tu mente la imagen de los seis o siete cepillos de dientes en el baño y "Bilbao", una película en que un maniático sexual se lavaba la boca durante largo rato para eliminar los gérmenes y raptaba a una mujer para rasurarle el coño; así que saltaste de la cama y fuiste directa a coger tu bolso. Cuando salió del baño, le dijiste que te ibas que no te sentías bien, literalmente "I'm leaving I don't feel very well". Te respondió si querías una aspirina a cual más asombro y le dijiste que no, que te abriera la puerta de abajo para poderte ir. Pensaste en tu cepillo de dientes en el baño, pero no te importó, pensaste en abandonarlo sin más y salir de ahí con el menor rasguño posiblel. Justo cuando ya salía por la puerta, se giró y te miró seriamente, preguntando si no estabas olvidando algo y le dijiste que no. Te dijo que tu cepillo estaba en el baño, pero estabas tan estresada al punto de gritar, que le dijiste que no lo querías, a lo cual te miró con cara de reproche. Basta! volviste al baño a buscarlo sólo para que te dejara ir. Bajaron por el ascensor y cogiste el teléfono para hacer ver que estabas llamando a alguien o mandando un mensaje. Se giró y te dió la espalda hasta llegar abajo. El ascensor bajaba lento, tus manos temblorosas intentaban asir el teléfono correctamente. Eran la una y veinticinco de la madrugada.
Al borde del colapso de stress, llegaste a la próxima esquina al hotel, a la calma otra vez. Dos hombres en el lobby de aspecto normal te dieron un respiro de tranquilidad. El conserje, atento a tu estado, te preguntó si estabas bien. Le respondiste que necesitabas habitación urgente, que estabas muy cansada. Te respondió que había una doble tres estrellas disponible y al conocer su irrisorio precio, te alegraste tanto que casi lo abrazaste diciendo: "¡sí, sí, quieroooo!". Le contaste la historia y para relajarte te fumaste casi todo el atado de Camel que habías comprado ese mismo día, acompañado con un Baileys doble, escatimado por el barista que te midió meticulosamente porque no entendía bien que alguien de tus pintas y de tu edad estuviera a esa hora, en ese hotel; con el ordenador encendido y listo para enviar una reseña negativa de tu experiencia de couch surfing.