Y pensar que éramos hijos del desamor.
Éramos conscientes del fin de nuestros días, una angustia eterna carcomía los corazones.
A veces de gozo y otras desesperación.
No entendimos cuan importante nuestro lugar fue;
cuan bestial es el intento de encontrar felicidad,
las lágrimas oscilan
nos dan la claridad.
En océanos claros de objetiva pulcridad,
algo nos arrastra y tememos
el pesar no entendemos la mitad.
Envidia siempre carcomiendo su santa necedad,
en su mundo no hay suficiente.
algunos deberían morir.
Éramos conscientes del fin de nuestros días, una angustia eterna carcomía los corazones.
A veces de gozo y otras desesperación.
No entendimos cuan importante nuestro lugar fue;
cuan bestial es el intento de encontrar felicidad,
las lágrimas oscilan
nos dan la claridad.
En océanos claros de objetiva pulcridad,
algo nos arrastra y tememos
el pesar no entendemos la mitad.
Envidia siempre carcomiendo su santa necedad,
en su mundo no hay suficiente.
algunos deberían morir.
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