Estamos en la Bebelplatz de Berlín donde se encuentra el memorial de la quema de libros que se efectuó allí en 1933 a manos del partido nacional socialista o más comúnmente conocido como nazi. Bajo nuestros pies antes de mirar de qué se trata el memorial, vemos una placa que escribe “Ahí donde se queman libros se acaban quemando también seres humanos" que con mucha razón escribe Heinrich Heine en 1821, mas de cien años antes de que ocurrieran esos hechos en la Alemania nazi.
Francisco toma fotos durante toda la explicación que da el guía y al terminar se acerca para mirar hacia abajo. Es un grueso cristal que deja ver amplias estanterías blancas vacías, con una ausencia en sí mismas que explica todo lo que se ha perdido allí. Se pueden apilar los hasta dos mil quinientos libros que se quemaron esa noche.
Francisco mira y se estremece. A él le hubieran quemado también. Un niño y su madre están sentados al lado del cristal, mirando hacia abajo y Francisco les escucha decir en inglés: "Mira mamá, veo una cerilla ahí" Fascinado, se acerca para mirar desde el mismo ángulo en que miraba el niño y le pregunta en inglés: "Where have you seen the matches?". La madre del niño le contesta que no ha dicho eso, que ha solamente dicho que estaba viendo otras estanterías; coge la maño de su hijo y lo aleja de Francisco como si intentara protegerlo de una mente perversa como esa.
Es normal que Francisco no conozca esta parte de la historia en la que los políticos de la época sentaron las bases para lo que sería su campo de juego y exterminio. Esta parte no es tan conocida allí como lo fue la guerra en sí y los resultados de la catástrofe. De donde viene Francisco es normal que no les hayan contado cosas que han pasado no hace cincuenta, pero quince años y se vienen repitiendo como una constante desde el comienzo de la historia de esos países. Venía de Sudamérica: la eterna prostituta, la que siempre lo ha dado todo para estar a la altura de su madre patria Europa y aún no lo consigue.
Francisco recuerda su propia historia y con rabia profunda piensa qué depara el futuro si seguimos mirando al pasado construyendo memoriales, mientras estas mismas cosas están pasando hoy desapercibidas, injusticiadas. La gente prefiere esperar mirando al costado que intentar mojarse para hacer algo al respecto y no cree este que lo piensa que se trata de egoísmo, es sólo por la eficacia con la que nos inculcaron que ya no hay nada que hacer, que hoy no hay salida.
Quien hoy piensa en ésto, Francisco también piensa "esperemos mirando el cielo y cómo las estrellas se van moviendo hacia la era de Acuario. Esperemos que mientras miramos las estrellas, el manto de ignorancia y la guerra no nos llegue de sorpresa. Todo es lejano hasta que toquen a tu puerta". Francisco reclama auxilio pensativo y se aleja del lugar.
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